EL des-ARTE DE NO DECIR NADA-
Víctor Gallego González
Cada vez es más habitual escuchar a nuestros políticos parafrasear a Descartes o a Platón, incluso algunos más devotos se atreven con el propio Jesús de Nazaret. ¿Qué hay detrás de estas frases? Palabras llenas de sentido en sus autores pero vacías en labios de algunos, que en un intento de vanagloriarse las utilizan como si supieran qué quieren decir.
Ya no sorprende a nadie que un presidente del gobierno de España, que en teoría representa al conjunto de la población, no sepa hablar inglés y que a nosotros, los que no hemos tomado el camino político, nos exijan inglés, francés y chapurrear algo de alemán o portugués para trabajar en un McDonald’s al lado del parlamento, para servirle hamburguesas a esa gente que domina a la perfección la lengua cervantina en el des-arte de no decir nada. No quiero que nadie que trabaje en uno de esos restaurantes de la cadena de comida rápida norteamericana se tome mi comentario como una ofensa, sino todo lo contrario, en todos lados cuecen habas, y probablemente estos empleados hagan honor a esta palabra y sean trabajadores de verdad. Trabajadores dedicados, no don juanes de tres al cuarto que roban lo que pueden y utilizan la picaresca de Lázaro de Tormes, no por conocer la obra sino porque tan solo quieren un puesto en la política para no dar palo al agua, irse con su querida a un hotel en las Islas Canarias a gastos pagos y pagar el McMenú con eso que llaman dietas.
Para los que vivimos por encima de nuestras posibilidades, “dieta” se define normalmente como: control o regulación de la cantidad y tipo de alimentos que toma una persona, generalmente con un fin específico, adelgazar o engordar. Sin embargo para esta profesión honrada suele ser algo más inmoral y entendido como: el des-control o des-regulación de la cantidad y tipo de bienes que roba una persona, generalmente con un fin específico, engordar a cuenta del contribuyente, y por si alguno no entendió la metáfora, la aclaro, no hablo de peso.
Y es que lo que pasa en España se debería quedar en España, pero los “poli-bufones” y “payaso-iticos” consiguen con sus monólogos de humor que se rompan esas fronteras que van más allá del separatismo catalán. Y en vez de ser noticia porque el mejor físico joven de Europa es español, lo somos porque no lo queremos en España. En vez de serlo por que acabamos de pasar la cifra de 100.000 trasplantes y ser el país de referencia a nivel mundial, somos portada por que a Mariano, que no Marianico, se le ocurrió un chiste subido al banco de una plaza para en vez de emular a Simón Bolívar, ese rojo que ya era de Podemos, emular a Chiquito de la Calzada, ese cómico que se hizo famoso por lo contrario, su célebre ¡¡no puedo!!
Y da igual a qué lado miremos, derecha o izquierda, siempre habrá algún “politi-cómico” que abra la boca para decir en un tono solemne, riguroso, protocolario, ceremonioso, majestuoso, imponente, suntuoso e impresionante… NADA, efectivamente, para no decir NADA. Yo ya no sé si es que soy yo el que no entiende porque mi mente de humanidades no está preparada para esos conceptos macro o micro económicos que son demasiado abstractos, o si es simplemente que se están riendo de nosotros diciendo que hacen y haciendo que dicen, pero con igual resultado NADA, lo mismo que yo en este párrafo.
El otro día encendí la radio y entre que se celebraba un pleno en el parlamento y se jugaba la copa de Europa se paralizó la cultura de este país, no había espacio para más en ninguna franja horaria de ningún medio del grupo Prisa o cualquiera de los otros que gobiernan esta democracia. Además jugaba el Madrid contra el Barcelona, o el PP contra el PSOE, ya no me acuerdo bien, pero lo que quedaba claro era que el mundo dejaba de girar, en ese mismo instante desaparecía la pobreza de España, los inmigrantes dejaban de “auto mutilarse” intentando cruzar las vallas en Ceuta y Melilla, los cines de emitir películas, en el teatro ya no había titiriteros y en las fruterías ya no se vendía fruta.
O por lo menos eso era la sensación que durante unas horas se apoderó de todos los medios de comunicación, menos Telecinco, donde seguían discutiendo desde la noche anterior Jorge Javier y Jordi González si Belén se escribe con V de Vurro o con B de Bigo. El resto emitían otra batalla, dándole el protagonismo, los titulares y las horas a esa gente que habla mucho pero no dice nada, que gana ingentes cantidades de dinero mientras que cualquier otro ciudadano no las cobrará ni en dos vidas, auténticos virtuosos del des-arte de la palabra, los políticos y los futbolistas, el pan y el circo.
Donde quedarán aquellos chavales que de pequeños querían ser médicos, astronautas, profesores… aquellos que querían salvar el mundo; me imagino que se habrán quedado atrapados delante del televisor, porque durante esas horas el mundo no necesita ser salvado.
Porque al final en España lo que pasa ya lo dijo Lucas, o Chiquito de la Calzada, no lo sé: “Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los insultan. Si alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra.”
Lucas 6: 27 – 29