La historia la escriben los vencedores y también la han escrito habitualmente los hombres. La visión historiográfica tradicionalmente patriarcal ha silenciado muchas veces el protagonismo que las mujeres han podido tener, y la historia del arte no ha sido una excepción. Es cierto que el porcentaje de nombres de mujeres que la historia nos ha dejado es muy inferior al de hombres, al fin y al cabo las estructuras sociales y legales no propiciaban el desempeño de ciertas actividades a la mujer. Pero la historia no solo está llena de mujeres artistas silenciadas, en el arte desempeñaron otros roles importantes en la protección de obras, el coleccionismo y el mecenazgo.
El mecenazgo consiste en el patrocinio de un artista que le permitía a este desempeñar su profesión. A lo largo de la historia el Mecenazgo no ha sido como pueda parecer una acción desinteresada, ya que dentro de la esfera pública las labores de mecenazgo eran un instrumento de posición social. El arte al servicio del poder y del posicionamiento en la sociedad fue una herramienta muy importante a la hora de comprender la vida pública de la Edad Moderna, y de justificar la creación de importantes obras. A través del encargo de pinturas, de esculturas… o del coleccionismo o incluso de la financiación de excavaciones, las familias de la realeza, la nobleza y la aristocracia creaban su identidad y marcaban su ascenso social.
Sí, las mujeres dedicadas al arte a lo largo de la historia han sido menos que hombres, pero las usuarias del arte eran la mitad: ellas eran retratadas, encargaban obras para lugares públicos, poseían obras de arte, coleccionaban… ¿por qué sus nombres a penas nos han llegado? ¿O nos son desconocidos?
Isabella D’Este fue Marquesa de Mantua a principios del siglo XVI, una de las cortes italianas más importantes de la época. Nacida en Ferrara, su padre ya le mostró las bondades que el coleccionismo de arte podían suponer para el prestigio de su familia. Ya en Mantua protegió a grandes artistas como Mantegna, Rafael o Giulio Romano. Reunió una colección de Antigüedades tan importante que sorprendió a sus contemporáneos, y mantuvo una extraordinaria correspondencia con humanistas, artistas, nobles… de la época para negociar tanto la adquisición como la producción de obras de arte. La decoración de sus habitaciones privadas en la corte de Mantua de la mano de Andrea Mantegna con obras como El Parnaso supone una de los ejemplos pictóricos más importantes del Renacimiento Italiano.
![Marquesa de Mantua]()
Otra figura interesante en el coleccionismo y el conservacionismo de arte en la Edad Moderna es la de Cristina de Suecia. Tras negarse a contraer matrimonio y abdicar en su primo en 1654, dedicó su vida a fomentar el arte y la cultura, hasta el punto de ser enterrada en Roma, en las grutas de la Basílica de San Pedro, donde Clemente XI hizo erigir un monumento en su honor, realizado por Carlo Fontana. Se trasladó a Roma donde hizo de su corte un importante foco intelectual, en el que reunió artistas, científicos e intelectuales, y consiguió relanzar la actividad cultural romana; financió excavaciones en Roma para la recuperación de esculturas clásicas, reuniendo una excelente colección, como el grupo de musas que actualmente se encuentran en el Museo del Prado.
![Basílica de San Pedro - Carlo Fontana]()
Un buen ejemplo de que las acciones de mecenazgo no eran desinteresadas es el de María de Medicis. Reina de Francia, a la muerte de su esposo Enrique IV vio cómo su posición en la corte francesa y su relación con su hijo se deterioraba. Ante esta situación la soberana puso en marcha todo el engranaje de medios de representación artística del Renacimiento florentino del que era buena conocedora. Hasta entonces sus promociones se daban en el ámbito religioso, así como en la ornamentación del palacio de Luxemburgo, pero cuando necesitó la legitimización de su poder contó nada menos que con uno de los artistas más cotizados del momento por todas las cortes europeas: Rubens. El pintor flamenco fue autor de un ciclo de pinturas que ensalzaban la figura de la reina, para lo que tuvo que enfrentarse a un problema de lenguaje simbólico ya que tenía que ensalzar una figura femenina sin recurrir al repertorio alegórico tradicional del desnudo.
![Peter Paul Rubens]()
Por tanto, la mujer también recurrió al arte para negociar su estatus, o para protegerlo como patrimonio familiar, o simplemente para fomentarlo… La mujer como mecenas, como matrona del arte, tiene que tener un lugar destacado en la historia junto a Lorenzo de Médicis, o Francisco I de Francia, o el papa Julio II, por citar algunos ejemplos conocidos.