ELENA POLO LÓPEZ
Jean-Auguste-Dominique Ingres

El Prado acoge hasta el 27 de marzo la primera gran muestra en España dedicada a Ingres
El Prado acoge hasta el 27 de marzo la primera gran muestra en España dedicada a Ingres
El afán del ser humano por la organización y la clasificación, por la creación de tipologías afecta (o afectó, últimamente la historiografía ha trazado nuevos caminos) también a la Historia del Arte, ha llevado a clasificar a Jean-Auguste-Dominique Ingres dentro del movimiento neoclásico. Y no es que sea una clasificación errónea, al fin y al cabo Ingres fue discípulo de David, pero sí incompleta y cuestionable.
Tradicionalmente la figura de Ingres se ha contrapuesto a la de uno de sus contemporáneos, Delacroix, el artista romántico por excelencia. El color y la expresividad de Delacroix se verán contrapuestos a la línea, el dibujo y la tradición. Pero no habrá tantas diferencias entre ambos pintores, que encuentran por ejemplo, inspiración en artistas del renacimiento, en especial en Rafael; o su gusto por el desnudo.
La exposición que acoge el Prado, y que se puede visitar hasta el 27 de marzo, es la primera gran muestra en España dedicada a Ingres, y permite contemplar la obra de uno de los pintores más influyentes de la historia del arte universal, a través de 60 obras que abarcan todas las etapas de la vida del pintor. Una oportunidad única teniendo en cuenta que no existe ninguna obra de Ingres en las colecciones de pintura pública en España; únicamente un dibujo preparatorio de Felipe V imponiendo el Toisón de Oro al mariscal Berwick (1817) en manos de la Casa de Alba se encuentra en territorio español.
La exposición del Museo del Prado cuenta con un buen puñado de retratos, género cultivado por Ingres a lo largo de toda su vida, y del que era un verdadero maestro pero que no gustaba de practicar. El detallismo de sus tejidos, la nitidez de las líneas, la precisión del dibujo se conjugan con su capacidad para captar la psicología de los retratados y de ajustar la representación a su personalidad. Retratos de poder como Napoleón en el trono imperial (1806), autorretratos, retratos de personalidades de la época como el de Louis-François Bertin (1832), y otras grandes obras del género como La Condesa d’Haussonville (1845) están recogidos en la exposición.
También pintura histórica, género al que quiso dedicarse y que tuvo que abandonar por las críticas que recibía, tiene cabida en la muestra con Virgilio lee la Eneida ante Augusto, Octavia y Livia de 1819; así como la pintura religiosa con La Virgen adorando la sagrada Forma de 1854.
No pueden faltar obras de otro de los géneros más interesantes desarrollados por Ingres: el desnudo femenino. Con pinturas de gran importancia por lo innovadoras y controvertidas que resultaron en su época, y por la gran influencia posterior que tuvieron. Cabe destacar en este caso La Gran Odalisca y El baño turco, ambas de gran importancia y de gran proyección por el tratamiento el desnudo femenino que acomete Ingres sobre ellas, sin referencias literarias, distorsionando el cuerpo para dar lugar a un placer visual puro, muy alejado de los preceptos puramente neoclásicos en los que tradicionalmente se incluyen a este autor.