La Gran Vergüenza humana - Océanos de plástico

Hace un par de días, aprovechando el temporal y las bonitas instantáneas que nos regaló, salí a pasear con mi novia y nuestra perra por una de las zonas en donde el mar bate con más fuerza en O Grove, la zona de Con Negro y la batería militar. Al principio, como un juego, Vega, nuestra perra, nos traía las botellas de plástico que encontraba continuamente a ambos lados del camino.

 Una y otra vez se las quitábamos y las guardábamos con la firme esperanza de que no trajera más, algo que resultó imposible, ya que toda la costa que acompañaba el paseo estaba atestada de mierda, mierda que cada ola escupía con rabia contra las piedras; como diciendo: - Para vosotros, ¡La vergüenza que no podéis esconder!

Es evidente que el mar no fabrica plásticos, redes, madera, boyas, compresas, zapatos, botellas, cartuchos… y podría seguir así hasta hacer una larga lista de productos fabricados por el hombre. Entonces me pregunté: ¿Cómo hemos podido llegar a esta situación?, ¿Quién es el responsable de esta imagen? La misma mano que los creó, la del hombre, que como si de una partida de Risk se tratase, se cree con la potestad de colocar sus fichas donde quiera. Incluso llegando a crear toda una flota de plástico en el mar.

Cada vez que abro un periódico, enciendo la televisión o escucho la radio, las noticias son siempre las mismas, política, política y más política, nos bombardean con gente que sólo dice lo que va a hacer sin llegar a hacer nunca nada. Nos bombardean con productos absurdos que jamás llegaremos a comprar por falta de dinero o por su falta de utilidad, coches, seguros; de familia, de hogar, de lunas… o incluso con productos que lo único que van a hacer es engrosar esa larga lista de embalajes plásticos que causan millones de muertes a especies marinas.

Frente a todo este pesimismo y futuro incierto que nosotros mismos estamos creando para nuestros hijos, de vez en cuando aparece alguna noticia que me hace seguir creyendo en la raza humana, y son esos inventos, motivaciones e ideas que con algo más de repercusión un día podrían llegar a cambiar el mundo. Una de estas fue la que me motivó para escribir este artículo, ya que en la búsqueda de información acabé por encontrar no una genial idea, sino dos. Estas ideas que con algo más de conciencia por parte de todos y un hueco en el horario en el que sufrimos a Pablo Motos, harían que en diez años se consiguiese limpiar la mayor parte de esas “islas” de plástico que vagan a la deriva en el Océano Pacífico.

Con veinte años un joven holandés, Boyan Solt, aficionado al submarinismo, pensó lo que a ninguna gran empresa de reciclaje se le ocurrió, tal vez por el poco reporte monetario que les devolvería. Este joven pensó: ¿por qué ir nosotros a buscar la basura, con el gasto que eso supone, si esta viene sola hacia nosotros? Su idea se basaba en aprovechar las corrientes y colocar un artilugio con forma de embudo en puntos estratégicos, para que fuese la propia basura la que arrastrada por la corriente se introdujese en el mismo. El resultado no sería otro que la recogida en un día de la misma cantidad de residuos que un barco en 45, algo así como una piscina olímpica de mierda.

Gracias a Neptuno y a la fe que mantuvo este joven después de algún que otro portazo a su gran idea, este proyecto se está llevando a cabo. Inicialmente se costeó a base de crowfoundig, donde recaudó 65 mil dólares para ponerlo en marcha, y ahora ya con un presupuesto de 2.2 millones obtenidos en su gran mayoría de financiamiento popular y 38.000 mecenas de 160 países. El proyecto “The Ocean Cleanup” está recabando datos y los primeros barcos ya han recogido más información relevante para la solución de este problema que las empresas de reciclaje en los últimos 30 años. La fecha prevista para el inicio de las labores de limpieza será a comienzos del 2020 y se calcula que en 10 años los resultados serán extraordinarios, llegando a limpiar gran parte de los residuos plásticos del océano y eliminando casi por completo estas islas de plástico creadas por la dejadez del hombre en el norte del pacifico.

Otro de los casos que me llamó la atención fue el de dos jóvenes surfistas australianos a los que, cansados de surfear entre porquería, se les ocurrió diseñar un cubo de basura flotante que succiona los residuos hacia una malla que filtra el agua y la devuelve al océano limpia.

Este proyecto que se llama “Seabin Project”, aunque de menor envergadura que “The Ocean Cleanup”, tiene todos los ingredientes para funcionar y mantener nuestras costas más limpias, sobre todo en los sectores más delimitados y donde la mano del hombre es más directa, como son las zonas turísticas, los muelles, los embarcaderos o las cercanías de las playas. Una de las primeras pruebas de este filtro marino va a ser realizada aquí en España, en la isla de Palma, así que esperemos que los resultados sean satisfactorios y no tardemos en verlas en esos puntos críticos de nuestros pueblos y ciudades que todos conocemos, y que al fin podamos presumir de nuestra costa por el ejemplo de limpieza y no por el número de turistas que nos visitan.

Esperemos que estos dos casos den que hablar aún más en el futuro y que al final podamos creer nuevamente en la raza humana y en cómo el sueño de tres jóvenes llegó a cambiar el mundo, ya que no solo es la limpieza de nuestros océanos lo que está en juego, sino la vida de más de 1 millón de aves y 100 mil animales marinos que mueren cada año por la ingestión de residuos plásticos.