-EL GRAN HÉROE AMERICANO -

Ni rusos ni iraquís ni todo el eje del mal puede hacernos nada, estamos protegidos por el gran héroe americano
Hace algo menos de una semana volvía a ser noticia por la posibilidad de ganar su primer Oscar, al final se ha vuelto a quedar a las puertas de este. Sin embargo, igual que yo, otros muchos creen que este luchador, que si bien no es camaleónica la palabra que lo define, habría sido el justo merecedor de la estatuilla. Mamporrero, musculoso, duro, fornido, inexpresivo, aburrido, seco, soso pero nunca intérprete; estos son algunos de los adjetivos que acompañan la carrera de uno de los pocos actores que es capaz de ostentar en su haber a dos de los personajes más carismáticos del cine del siglo pasado.
Sí amigos, me imagino que ya sabréis de quién hablo, para que veáis lo dentro que está de nuestro imaginario esta estrella del firmamento hollywoodiense. Hablo de John Rambo, de Rocky Balboa o de su alter ego Sylvester Gardenzio Stallone, tres en uno, porque seguro que en su extensa filmografía habrá títulos que ni él mismo recuerda, pero Rocky y Rambo se han ganado un hueco en toda buena filmoteca que se precie.
Evidentemente no conozco personalmente a Sylvester, para los amigos, pero una constante en casi todas sus películas son esos valores morales que transmite. Si dejamos a un lado los golpes sin motivos y explosiones injustificadas que provocan que los que se creen más cinéfilos y amantes del cine de autor húngaro, descarten o cataloguen sus películas como malas, sin contenido o simplemente de acción, observaríamos el gran corazón que se presume hay detrás del protagonista.
Hablo de esos valores que nos mostraba un joven Rocky Balboa protegiendo a una adolescente rebelde que vivía en su bloque de edificios, o dándole esa segunda oportunidad al crápula caradura que se aprovecha de su buena fe para librarse de un par de dedos rotos. Los valores del sacrificio, los valores de la constancia o del amor propio tan desvirtuados en el cine de efectos especiales actual. El mensaje que se transmitía era el de “si te esfuerzas, consigues lo que quieres”.
Nos decía que a base de entrenamiento los sueños no son inalcanzables si trabajas para ellos. El amor incondicional a su Ádrian. Incluso creó un himno, una banda sonora de la motivación, ¿quién no ha salido alguna vez a correr sonando en su walkman el tema de la película, “Eye of the tiger”? y seguro que más de uno, con lo de moda que está ahora correr, perdón hacer running, habrá levantado los brazos al subir unas escaleras en su ciudad creyéndose el mítico púgil.
Un personaje atemporal o simplemente un inadaptado que conquistó a base de golpes a los espectadores de todo el planeta, ofreciéndole, aunque sin éxito, la primera oportunidad de ganar un Oscar a su creador, actor y guionista. Sabéis de quien hablo.
No quiero justificar lo injustificable ni el abuso que se hizo de unas sagas millonarias que destrozaron las taquillas a la par que la credibilidad como actor de Stallone. Porque al igual que Rocky, Rambo fue otro de esos personajes que sentaron cátedra. Toda una crítica a la guerra de Vietnam, sobre el destrozo anímico, mental y social que sufrían sus propios combatientes al volver de la guerra perdida. Relegándolos casi a la condición de prófugos en el país por el que se habían jugado el pellejo.
Evidentemente no solo se puede criticar el desarrollo como actor de Sylvester, para los amigos, por dos de sus películas, pero qué se puede añadir de un tipo que incluso ha llegado a trabajar con Woody Allen en el filme Bananas. Vale que no fuese una de las películas más reconocidas del director, vale que me dijeseis que fue un papel anecdótico e incluso insignificante. Pero ahí os lo dejo, como muesca en un bastón para los más reticentes a mi oda a este actor amigo del macarrismo, los golpes, una profunda ética moral y sobre todo, amigo del ex gobernador de California.
Los más puristas del cine, yo no lo soy, tendrán mil y una noches para decir que es el actor de películas como ¡Alto o mi madre dispara!, de la secuela de Fiebre del Sábado noche (existe) y que incluso ganó el premio Razzie a peor actor del siglo XX. Pero demos un paso atrás y hagamos el esfuerzo de entender el conjunto y no solo las partes del mismo.
En los 90 en el celuloide los que triunfaban eran los tipos duros, sin escrúpulos y que siempre se enfrentaban a malos malísimos, tal cual la vida misma. Recordemos que una de las armas del patriotismo americano es el cine, y seguramente los títulos que protagonizaban Stallone, Swarzeneger, Chuck, Van Dame…. No eran más que una manera de decirles a sus propios compatriotas, “tranquilos, todo está under control” ni rusos ni iraquís ni todo el eje del mal puede hacernos nada, estamos protegidos por el gran héroe americano. Eran normalmente personajes rebeldes que vivían al margen de las normas, desdichados e incomprendidos que se alejaban del ciudadano medio de a pie, pero con unos valores férreos y un amor casi enfermizo por las estrellas de su bandera y su superior en el mando militar. Se salían de lo normal pero con Estados Unidos por bandera siempre mantenían a los países libres y democráticos fuera de todo peligro.
No solo debemos juzgar una actuación, debemos entender el papel que cumplió en una sociedad que demandaba héroes de carne y hueso, no como ahora, que vuelven los de corta y pega de la factoría Marvel y DC, de los que solo se salvaría Batman, un fulano normal, pero con súper dinero, no un héroe probeta que jamás será real salvo en los comic de Frank Miller o Stan Lee.
Así que amigos, en una academia tan rancia, tan antigua y tan americana como es la de los mayores galardones del cine mundial, a la que cada día le llueven más críticas, incomprensiblemente no hay nadie que diera un paso al frente, para por una vez, defender a los que los defienden, aunque sea en la ficción. Y con esto no digo que Mark Rylance no se mereciese el galardón, sino que después de cinco décadas en los cuadriláteros de todos los cines, me hubiese gustado que por una vez, las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia se convirtiesen en las de los Kodak Theatre, y en vez de ser Rocky el que levantase los brazos fuese su alter ego el que levantase la estatuilla. Aun así, estoy seguro de que volverá a tener su oportunidad porque este es tan solo su segundo asalto y el combate aún no ha terminado:
“Ahora, si sabes lo que vales, ve y consigue lo que vales. Pero debes ser capaz de recibir los golpes y no apuntar con el dedo y decir que eres lo que eres por culpa de ese o el otro. Eso lo hacen los cobardes. Y tú no eres un cobarde. Tú eres mejor que eso.
Rocky Balboa.”