JAVIER SOTILLO

Europa y el Islam

la inmigración musulmana hacia Europa se muestra imparable

La inmigración musulmana hacia Europa se muestra imparable - Ganaremos esta guerra con el vientre de nuestras mujeres

Estamos inmersos en un auténtico desafío. El terrorismo de origen musulmán ha dejado de ser una noticia corta de algún país lejano en el Telediario, para pasar a ser una de las principales fuentes de preocupación de los ciudadanos occidentales.

 

“El islam es una religión de paz”, repiten personajes señalados del mundo musulmán afincados en Occidente. Estos personajes cada vez se ven obligados a manifestarse con más asiduidad, dada la frecuencia y magnitud con que el terrorismo ejecutado por otros musulmanes está golpeando una y otra vez nuestras sociedades.

 

Algunos apuntes: cuando el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York en 2001, como todo el mundo sabe, 3.000 personas fueron asesinadas, personas de diversas nacionalidades y confesiones religiosas. Pues bien, en una sociedad tan cercana a Occidente como puede ser la marroquí, los estudios que se hicieron durante aquellas fechas dramáticas, arrojaron unos resultados cuanto menos inquietantes: en torno al 80 por ciento de los encuestados mostraron algún grado de apoyo o comprensión al atentado.

 

“El Islam es una religión de paz”, oímos repetir con frecuencia, pero vemos cómo en demasiadas partes del mundo los miembros de otras confesiones están siendo hostigados permanentemente, cuando no torturados y masacrados.

 

Todos queremos dejar atrás la teoría del “choque de civilizaciones” que formuló en 1993 el profesor de las universidades de Harvard y Eaton Samuel Huntington. Huntington se inspiró, fundamentalmente, en los textos de Arnold J. Toynbee y Carroll Quigley, en la que el mundo se dividía en nueve civilizaciones, y éstas, por motivos religiosos y geoestratégicos estaban abocadas al enfrentamiento.

 

También queremos hacer oídos sordos cuando escuchamos: “Ganaremos esta guerra con el vientre de nuestras mujeres”, pero la sensación de inquietud aumenta. ¿Guerra?, nosotros no queremos estar en guerra con nadie… Pero al parecer hay alguien que sí quiere estar en guerra con nosotros.

 

“Una parte del Islam actualmente está atravesando algo parecido o lo que pasó con la religión cristiana en la Edad Media, es decir, oscuridad, represión y muerte”. “Pero evolucionará al igual que evolucionó el Cristianismo…”.

 

Entre mediados y finales del siglo pasado, cualquier persona que visitara Egipto, por ejemplo, se encontraría una sociedad bastante occidentalizada, donde se veían muy pocas mujeres con el velo y prácticamente ninguna con burka. Hoy un día no hay más que ir a El Cairo para comprobar que la influencia occidental ha desaparecido.

 

En España, por ejemplo, en muchos pueblos y ciudades empezó a llegar poco a poco inmigración musulmana: “Hemos tenido un contacto muy fluido con los musulmanes, se han integrado perfectamente en el pueblo, las mujeres incluso no utilizan el velo”. Pues bien, coincidiendo con la llegada de los primeros imanes a principios de la década (encargados de liderar los rezos en las mezquitas), se observó la inmediata implantación del velo en muchísimas mujeres que hasta entonces no lo llevaban.

 

Hay dos factores, por un lado la inmigración musulmana hacia Europa se muestra imparable; por otro lado todos los estudios demográficos se hacen eco del bajo índice de natalidad que existe en Europa en su conjunto, a excepción de la población musulmana, que muestra unos índices especialmente altos, con un crecimiento exponencial.

 

Con todos estos datos, no es difícil vaticinar que en un futuro no muy lejano, la población musulmana en Europa pasará a ser mayoritaria.

 

Hablemos de democracia. Grandes expectativas aparecieron cuando la Primavera Arabe (2010-2013). Mubarak en Egipto, Gaddafi en Libia, Saddam Hussein en Irak, Ben Ali en Túnez, al Assad en Siria. En este trienio, todos estos dirigentes pasaron de ser líderes que llevaban varias décadas ejerciendo el poder de manera absoluta en sus respectivos países, a ser considerados “tiranos” que había que derrocar en aras de la democratización.

 

Lo que poca gente podía sospechar es que enseguida la “primavera árabe” rápidamente pasó a ser un “invierno” en el que los conflictos armados con el yihadismo como telón de fondo, pasaron a tener un papel preponderante, con la consiguiente desestabilización de todos estos países.

 

Hay consenso en buen número de historiadores: “El islam nunca ha dejado de ser una religión esclavista”. Cuando son minoría en sociedades no musulmanas conviven perfectamente con el resto de etnias, pero a la vez son comunidades donde no existe la laicidad, es decir, la religión lo es todo. En el momento en que pasan a ser un grupo importante de población imponen sus confesiones, reprimiendo las ajenas.

 

A diferencia de la sociedad occidental, donde la trasgresión en la política o en la religión incluso está bien vista o tolerada, en la sociedad musulmana no existe tal circunstancia, la obediencia religiosa prácticamente es unánime. No olvidemos que en la mayor parte de las sociedades musulmanas política y religión son una misma cosa.

 

Al amparo de estas cuestiones están creciendo en Europa movimientos extremistas de rechazo a la inmigración, estos movimientos están empezando a dejar de ser minoritarios, por ejemplo en Francia. Sin una acción concertada de las autoridades comunitarias encaminada a ordenar el fenómeno de la inmigración, sin ninguna duda se pondrá en cuestión la existencia misma de la Unión Europea.